Querida Ana, me parece que la contingencia actual, ha causado en la sociedad tanta incertidumbre y a su vez nos ha generado más ansiedad y estrés que de costumbre, que difícil puede ser tratar de permanecer tranquila e impasible y aún más cuando estamos siempre pendientes de las noticias y de las redes sociales.

A diferencia de muchas personas, esta cuarentena y el distanciamiento social, me han dado el espacio adecuado para intentar ver mi infertilidad desde otro ángulo y ayudarme a sanar mis heridas internas. También me ha dado el “pretexto” perfecto para estar lo más tranquila posible en mi hogar sin ver a nadie más que no sea mi marido, y darme un buen respiro de los familiares imprudentes que se la pasan preguntando “¿Y para cuándo el bebé?”, o comentarios como: “Ya deberían tener un bebé”, “Carga a mi bebé para que te “caliente” el vientre”, etc, etc…

Creo que tú mejor que nadie puede entenderme, tú y miles de mujeres que atraviesan por nuestra misma situación. Pasó el 10 de mayo y agradezco muchísimo este distanciamiento porque me evitó esas incómodas reuniones familiares y más ahora…

Una prima de mi esposo anunció que está embarazada…, literalmente, mi esposo y yo somos la única pareja casada, en su familia, que no han podido ser padres. No voy a negarte que la noticia me ensombreció un poco, volví a pensar en lo injusta que es la vida, volví a preguntarme ¿Por qué las demás si logran convertirse en madres y yo no? Y fue justo mientras pensaba en esa injusticia, y atravesaba de nuevo por ese dolor, que apareció ese otro ángulo para ver las cosas.

Desde que me enteré qué necesitaría la ayuda de un tratamiento para poder convertirme en madre, me sentí decepcionada de mí, de la vida, de mi destino. No había podido entender que toda prueba o dificultad viene de la mano de un proceso evolutivo, y eso solo se logra aprendiendo de cada situación por la que pasamos, dicen que se aprende más de las crisis, que de los tiempos buenos. Y hoy estoy en plena conciencia de que la infertilidad por la que he estado atravesando desde hace años, y sigo atravesando es porque es algo pasajero, tengo fe, y estoy segura que está en mi vida para enseñarme algo y que en cuanto aprenda de esta situación y que haya cumplido su propósito en mi vida, ya no tendrá nada más que enseñarme y lo conseguiré.

Por eso decidí cambiar de ángulo, porque desde el interior del “problema” todo se ve muy negro y no debería de ser así, esta experiencia podrá ser difícil y dolorosa pero ¡mala no es!, he aprendido que para elevar mi nivel de conciencia  y que esta experiencia realmente se vuelva un tremendo aprendizaje para mí debo desarrollar mi paciencia, el amor por mí misma, aceptarme y valorarme por lo que soy y no solo por si puedo o no convertirme en madre, ser tolerante y respetuosa conmigo misma.

¡Sé que es difícil! ¡No tienes idea de cuanto lo sé! ¡Pero todas podemos crecer a partir de la experiencia de la infertilidad! Si dejamos de verla desde el miedo y la rabia y lo vemos desde la comprensión, desde la paciencia, desde el amor. Solo así podremos ver el valor de esto que estamos viviendo, y solo así podremos pasar esta difícil prueba que la vida nos presentó, la decisión es solo nuestra, y como dice una canción que me encanta, “las ventanas se pueden abrir, cambiar el aire depende de ti” y yo he decidido empezar cambiar el aire que respiro, empezar a cuidar de mis pensamientos, y por supuesto que esto no me impide sentir enojo o tristeza, pero me permito soltarlos…

Y bueno querida Ana, así estoy pasando esta cuarentena, sigo trabajando en mis emociones, en mis pensamientos, hay días de flaqueza no te lo niego, pero sé que mientras mi tan anhelado y esperado milagro llega, puedo dedicarme tiempo a mí y a mi matrimonio, después de todo ese era el “plan” desde el principio.

Ana María