Que “los hombres no lloran”, “el tamaño SÍ importa”, “la novia lo dejó, seguro es porque lo tiene chiquito”, frases dedicadas a medir el nivel de hombría que maneja cada uno de nosotros.

Yo era muy reservado con mis sentimientos, problemas…mmm creo que era reservado con todo, menos la diversión. Pero la vida se encargó de darme una “cachetada con guante blanco” al demostrarme científicamente que mis muchachos no son tan potentes como yo lo imaginaba, y que necesitarán de ayuda médica para lograr su objetivo…aportar su mitad de trabajo para lograr un bebé.

Espero que se acuerden de mí, soy Miguel; sí, el de los “soldados flojos y anormales”…pueden reírse, prometo no tomarlo a mal. Creo que desde diciembre no les escribía, pero realmente ha sido un inicio de año complicado.

Tal vez sea algo ingenuo, pero creí que al aceptar que mis soldados tenían un problema, todo fluiría súper fácil y que en menos de un mes María y yo podríamos dar la noticia de un bebé en camino. Pero no.

Las visitas al médico se hacían cada vez más pesadas, escuchar una y otra vez que de TODO mi esperma sólo el 4% funcionaba, era…desalentador y frustrante.

Me sugirieron ir a terapia, para que me ayudaran a liberar tensión y recuperar el foco en el objetivo final. ¡Pff! ¿Yo en terapia? ¡Eso es ridículo!

No me imagino sentado en el silloncito ese, platicándole mis problemas de fertilidad a un completo desconocido y esperar que con eso, mágicamente, María se embarace. No, la terapia es para las personas locas y depresivas, no para mi.

Bien dicen que las mujeres nos conocen a la perfección, tanto que logran decir las palabras ideales para hacer cambiar de opinión a cualquiera, incluso al hombre más testarudo del mundo.

Y es así, después de mis negativas rotundas, que ahora estoy sentado en el famoso diván, platicando con un desconocido que me ha ayudado a conocerme mejor y a ver con otros ojos la situación por la que estoy pasando.

Siendo honesto…no es fácil. Fácil hubiera sido culpar a mi mujer por no poder embarazarse, fácil hubiera sido tirarme al vicio y olvidar mis problemas. Pero con el apoyo y amor de María, así como el respaldo de los médicos he descubierto que la infertilidad me ha hecho un hombre más humano, más humilde, más grande.

Así que por ahora, aunque sólo el 4% de mis muchachos funcione bien, ¡le vamos a echar ganas! Y, a pesar de que el camino se ponga difícil, no nos daremos por vencidos.

Miguel