El cuerpo humano es una de las máquinas más asombrosas en la faz de la Tierra, sino es que la más asombrosa. Pero incluso la máquina más increíble tiene sus fallas, sólo que nunca creí que la mía fuera la defectuosa.

Carmen y yo llevamos poco más de 3 años viviendo juntos y cerca de 6 de ser pareja. Como se podrán imaginar, los comentarios “¿y la boda para cuándo?”, “¿y si ya mejor tienen un bebé, para que mi nena tenga con quién jugar?”, son algo de todos los días.

La verdad ninguno de los dos tiene la urgencia de casarse, mejor dicho…no tenemos la urgencia de gastar todos nuestros ahorros en una fiesta, o en un traje y un vestido que usaremos sólo una vez.

Al llevar tanto tiempo juntos, dejamos de utilizar el condón y sólo nos cuidábamos con el DIU que la ginecóloga le había puesto a Carmen. Todo de maravilla, ningún susto ni retraso en el periodo de mi novia. Felicidad extrema.

El año pasado hablamos el tema y decidimos decirle “adiós” al DIU y poner manos a la obra para agrandar nuestra familia. Los primeros intentos fallidos se los atribuimos a los efectos post DIU, pero ya después era “demasiada buena suerte” no quedar embarazados.

Así que ambos fuimos al médico. Carmen resulto estar 100% sana, yo no tanto.

Resulta que tengo algo llamado leucoespermia, ¡ya sé, suena horrible! Pero la verdad es que no es nada de vida o muerte, es sólo que tengo demasiados leucocitos en mi líquido seminal.

Así es, los “soldados de mi cuerpo” que se supone deberían defenderme de las infecciones, están afectando mi esperma y por ende…mi fertilidad.

La cara positiva de esta moneda, porque hay un lado positivo, es que la infertilidad es temporal. Primero deben tratar la pequeña infección que tengo en las vías urinarias y después iremos midiendo la presencia de estos “soldaditos” en mi esperma, hasta asegurarnos de que ya no ponen en riesgo nuestros planes de ser papás.

Así que…ya saben. Es mejor ir recurrentemente al médico, pues una simple infección en las vías urinarias puede ser la diferencia entre tener o no éxito en la misión “agrandemos la familia”.

Armando