Fue en 1999 cuando una fisura de coxis me ocasionó dolores terribles en el ovario izquierdo, la espalda baja y parte de las peirnas. Nunca había sentido un dolor tan insorportable como éste, era tan fuerte que me hacía vomitar. El diagnóstico, endometriosis en primer grado; el resultado…yo en una cama de quirófano sometida a una laparoscopía.

Años después de este incidente totalmente incómodo, decidimos que era EL momento de ampliar la familia y buscar embarazarnos. Según las indicaciones médicas, en máximo 6 meses teníamos que lograrlo, pero pasó el tiempo y no fue así. Finalmente mi ginecólogo (de aquel entonces) me indicó que debía ir con un especialista en fertilidad, ya que era muy probable que hubiera algo fuera de lo común.

Fuimos con un conocido de la familia (ya saben, en cosas desconocidas uno prefiere tener a su lado a “su gente”), quien después de varios estudios, de destapar mis trompas y demás, nos dio luz verde para buscar al bebé. Estábamos felices, pero después de intentarlo por cerca de 12 sin éxito, una luz de alarma se encendió en todos.

Resultó ser que el esperma de mi pareja estaba dañado debido a la CUCI (Colitis Ulcerosa Crónica Inespecífica) y al medicamento recetado para controlarla, el cual provoca indirectamente infertilidad debido al daño que causa en los espermatozoides.

Era tanto nuestro deseo de convertirnos en padres, que decidimos suspender el tratamiento para la CUCI durante 76 días, y congelar el esperma. Esta decisión fue sumamente difícil y peligrosa, al grado que estuvo a punto de que le quitaran el colón.

Al poco tiempo comenzamos con el tratamiento para mi primera inseminación, lamentablemente no funcionó. La decepción fue muy dura. Pasaron 4 inseminaciones más y me percaté de que el camino no sería ni corto ni fácil. Fue entonces que nos sentamos a evaluar la situación (tratando de ser más cabeza que corazón…bueno al menos lo inentábamos) y abrimos nuestro panorama a las in vitro.

Fuimos a una clínica de reproducción asistida con todas las esperanzas del mundo, me estimularon y tuve aproximádamente 7 óvulos.

Al salir de la inseminación me dijeron que hiciera mi vida normal, que en días posteriores me harían una prueba de sangre para saber si estaba embarazada. Sin embargo, algo en mi interior sabía que no había funcionado, aunque traté de alejar esos pensamientos negativos y enfocarme en la meta.

El día de la prueba llegó…negativo. Por mucho que yo ya presentía ese resultado, me dolió en el alma confirmarlo; pero decidí levantar la frente y no darme por vencida. “La siguiente será positiva”, sin embargo pasó exáctamente lo mismo. Lloré hasta el punto que creí que me secaría, ya no podía más, llevaba 7 tratamientos y 18 meses perdidos.

Tomamos lo que restaba de nuestras fuerzas y fe, y confiamos nuestro sueño a un nuevo médico, el doctor Carlos Navarro Martínez. Inmediatamente supe que estaba en las manos de quien me ayudaría a lograr mi más grande anhelo: ser mamá.

De nuevo mas y más estudios, que revelaron que tengo trombofilia, un padecimiento en el que la sangre coagula muy rápido, por lo que es muy difícil lograr un embarazo, y si por algo se logra ni cuenta te das porque llega en el periodo. Afortunadamente tiene solución, y pusimos manos a la obra.

Volví a someterme al in vitro debido a que el esperma estaba congelado. Negativo, otra vez. ¡Yo me quería morir! Esta vez ni siquiera pude completar el tratamiento.

Después de eso el doctor me dijo que debía revisar si existía algún tipo de problema con el ADN de los espermas (aquí vamos otra vez). Cuando llegaron los resultados 30 % estaba dañanado, por lo que sólo quedaba rezar.

Llegó el segundo tratamiento. Cuando el médico terminó el proceso, nos miró y dijo “se ha hecho todo lo humanamente posible”, sentí un hueco en el estómago.

Después de mi tercera prueba de embarazo, me llamó el doctor y me dijo: “¿Qué crees? ¡Vas a ser mamá el año que entra!”. No les puedo describir la felicidad que sentí, me sentía flotar, era algo maravilloso.

Agradezco a todos los que me apoyaron en el proceso de tener a mi bebé y me gustaría darles un consejo: nunca perdan la fe, luchen con todas sus fuerzas que algún día podrán lograr su mayor deseo y si no es de manera biológica, tal vez su hijo ya nació y está esperando que lo vayan a buscar.

Elena