Bye bye vacaciones, hola estrés citadino. ¿No les parece increíble lo mucho que cambia la ciudad y el estado de ánimo de las personas cuando el “regreso a clases” llega?

Después de un par de semanas de regirme por un estado zen, muy amor y paz…hoy estuve a dos de transformarme en Terminator y deshacerme de todos los autos y personas que me impedían llegar a mi trabajo. ¡En verdad me desconocí! Jajaja.

Pero me prometí hacer todo lo posible por respirar y no estresarme por cosas que no valen la pena. Ya sé, es algo muy “jedi (para entrar en la moda Star Wars)” de mi parte, pero la realidad es que hace poco me topé con un texto que hablaba sobre la fuerte relación del estrés con la fertilidad y, no sé ustedes, pero yo me niego a agregar un factor más a la dificultad de quedar embarazada.

¿Sabían que las mujeres con altos niveles de estrés y ansiedad pueden llegar a ovular 20% menos que una sin esta condición? Y por obvias razones, las oportunidades de fertilización también se reducen, ¡OMG!

Por si esto fuera poco, la mayoría de nosotras suele comer más a medida que se estresa. Y no, el problema no es que todo vaya a nuestras caderas, sino que toda es grasita de más perturba el equilibrio hormonal y por ende el porcentaje de fertilidad.

Yo digo que nos firmemos una orden de restricción contra las calorías y la grasa, ¿quién dice yo?

Ahhh…por cierto, hombres, les tengo una noticia: el estrés y la ansiedad son 100% incluyentes. Por lo que si no saben controlarlos, podrían desde comprometer la efectividad y calidad de sus “amiguitos” hasta presentar episodios de disfunción eréctil. ¿No está padre, verdad?

Así que ya saben… a inhalar y exhalar un millón de veces, con tal de mantener a nuestros óvulos y espermas sanos y felices para lograr nuestro más grande sueño…¡un bebé!

Ana