Les platico en el contexto de mi historia.
Tengo 38 años y hace 5 me di cuenta de que no podía tener hijos. La verdad es que en mi adolescencia procrear no estaba en mis planes, era un tema que me daba igual, pero todo puede cambiar dependiendo la persona que tengas en frente. Entonces tuve una fuerte relación con una ex que hizo que la visión que tenía de las cosas en un giro, al grado de acordar tener un bebé.
Y pues comenzamos a intentarlo. Ambos teníamos miedo, pero al mismo tiempo alegría porque teníamos muchas coincidencias y buscábamos sellar el noviazgo con el bebé; sin embargo, ahí fue cuando todo comenzó a derrumbarse.
Al principio como buen macho alfa lomo plateado mexicano (no sean así, por favor) le tiré toda la responsabilidad a mi novia. Lo habíamos intentado por varios meses y nada pasaba, era frustrante y había una terrible incógnita, era un tema nuevo para mí y de hecho también para ella.
Después, gracias a la presión que ejercí sobre ella, fue a checarse… y ahí vino la primera sorpresota, ¡¡¡ella no tenía ningún problema!!!
Para no hacer el cuento largo, a las dos semanas que ella tuvo los resultados acudí yo a hacerme los míos y fue entonces cuando me lo dijeron, era infértil. Dada la relación con esta chica me sentí muy triste, porque teníamos planes y de repente todo se fue por un tubo. Al final no pudimos con esta carga y aunado a varias cosas más, terminamos por separarnos.
Desde entonces comencé a tener miedo de relacionarme con otra chica y mucho más miedo pensar en que ella deseara tener hijos. Quizás desde ese momento me costó trabajo comprometerme, me aterraba la idea de provocar esas desilusiones, así que estuve huyendo por un tiempo.
Pero todo tiene un límite. Me cansé de estar huyendo de las relaciones formales y me puse a pensar en qué sería mejor abordar el tema en cuanto sintiera confianza con mi pareja. De repente conocí a Laura, quien es mi pareja actual, vamos a cumplir dos años juntos y tuvimos un crush muy cañón que por suerte nos dio la confianza para platicar temas en teoría difíciles. No pasaron ni 3 meses cuando me decidí a platicarle esta parte de mi historia y aquí es donde vienen mis recomendaciones para aquellos que también tengan estos miedos:
– En cuanto sientas que ya creaste un vínculo fuerte con tu pareja, pídele un momento para contarle tus miedos, así ella también se sentirá con la confianza de compartirte los suyos y entonces el vínculo se podrá hacer incluso máaaas fuerte.
– Plantea tus expectativas tanto personales como de pareja, a corto, mediano y largo plazo. Así también podrás ver en cuántos temas o deseos son compatibles y comenzar a construirlos juntos. En los que no sean tan compatibles pues también podrán trabajar para que les afecte lo menos posible, si es el caso.
– Pueden darle un tono lúdico a sus pláticas, quizás jugar a “verdad o reto” y hacer la charla más amena y dinámica. A nosotros nos sirvió mucho al principio, porque a veces nos puede dar algo de pena preguntar o contar las cosas, pero si jugamos y ambos estamos en el mismo canal, será más fácil abrirnos.
– Al final es un trabajo en equipo, aunque todos tengamos nuestras broncas personales, siempre será mejor desahogarnos con nuestras parejas, de eso se tratan las relaciones, de tener plena confianza y así poder volar juntos.
Para mi suerte, Laurita en esta etapa de su vida no venía con planes de ser madre (ella es un poco más chica que yo, tiene 33), sin embargo, esta apertura nos sirvió para contemplar alternativas por si en algún futuro nos decidimos a integrar a un chamaco a nuestras vidas.
Lo peor que podemos hacer es callarnos y guardar nuestros problemas, así que mejor platiquen mucho con sus novias, les aseguro que los liberará y se sentirán mucho mejor.
Paco
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