Ustedes saben que en este camino tenemos días buenos y malos, y últimamente he estado algo decaída. Así que, con la finalidad de levantar el ánimo comencé a hacer una recapitulación de cómo viví mis “años de juventud” (obvio entre comillas, porque aún soy joven y bella, jejeje) y si bien no era una “caza fiestas”, puedo decir que el reven y yo solíamos ser uno mismo. De hecho… así fue como conocí a Carlos, ¡qué cosas!

 

Y es hasta ahora, cuando estaba acomodando los últimos libros que compré para entender mejor el proceso que estamos pasando para lograr ser papás, que encontré un folletito que hablaba de la importancia de los buenos hábitos y estilo de vida para una fertilidad óptima. Aquí entre nos… pensaba tirarlo, pues he aprendido que lo que no viene en un libro o link con aval médico, es mejor dejarlo pasar; pero algo en ese flyer me hizo detenerme y leerlo.

 

Hablaba de cosas bastante lógicas como “no es recomendable beber y fumar durante el embarazo”, pero también comenzaron a aparecer detalles como “el tabaco y el alcohol deben consumirse con moderación o suprimirse desde el momento en el que se está planeando el embarazo”.

 

¡Rayos! No es que yo sea una chimenea y beba sin control pero… no voy a negar que desde que comenzamos este proceso, Carlos y yo hemos fumado más de un par de cigarros y una que otra vez nos “ha ganado” la fiesta.

 

Empecé a preocuparme y a sentir algo de culpa, pues… podríamos estar contribuyendo a que el sueño de tener un bebé nunca suceda. Pero me calme y le llamé al doctor. ¿Quién mejor que él para aclararme todas las dudas que se atropellaban en mi mente?

 

Tuve la suerte de que su agenda estaba libre y pudo recibirnos a Carlos y a mí. Comenzó explicándonos que como todo en la salud: cuidarse, comer bien, hacer ejercicio, evitar el sobrepeso, moderar el consumo de alcohol y tabaco siempre van a ayudar a nuestro cuerpo y por ende, van a mejorar la fertilidad tanto del hombre como de la mujer.

 

Por cada visita al especialista, nos realizamos una serie de análisis que le ayudan a tener un súper monitoreo, pero como esta ocasión fue express… sólo nos midió y pesó. Para nuestra sorpresa yo estaba baja de peso y Carlos… mmm… digamos que este mes han sido demasiadas alitas.

 

Lo que no me esperaba es que el doctor se notara igual de preocupado por mi bajo peso que por los kilos de más de Carlos. Ya que, como en todo, los extremos son malos, y en este caso pueden ocasionar una alteración en mi ciclo menstrual o en la calidad de los espermas de mi “gordito”.

 

Y como las dietas milagro NO EXISTEN, le diremos “adiós” a las alitas y “hola” a la dieta mediterránea y a las tardes de ejercicio. Que además nos ayudarán a librar el estrés que traemos guardado y así evitar explotar como olla express.

 

Al final no estuvo tan mal, pero es un hecho que “la vieja yo” y “el viejo Carlos” deben dejar atrás esos días de drinks y fiesta sin control; la meta ahora es la creación de una familia y eso, sin duda alguna, es mil veces mejor que una fiesta.

 

Y a ustedes, ¿también las persiguen sus antiguos “yo’s”? .

 

Ana