Nunca había hablado de este tema, al menos no en voz alta…pero ha estado en mi cabeza y corazón desde que sucedió.

 

Cuando era más joven mi novio y yo tuvimos una de esas noches de desenfreno, en el que la trillada frase “sin gorrito no hay fiesta” pierde importancia, pues lo que está pasando es mil veces más interesante y divertido; y si lo pensamos bien…pfff, ¿qué puede pasar, es sólo una noche?

 

Tras unas semanas comencé a sentirme “extraña”, los olores eran más intensos para mi nariz y mis boobs eran ENORMES. Luchaba contra mi propia mente que explicaba de la manera más obvia qué era lo que me estaba pasando. Pero, ¡no!, yo no podía ser “esa clase de chica” a la que embarazan en una noche, la que no se cuidó y ahora debe afrontar las consecuencias. Yo, que siempre había criticado a quienes les pasaba eso…ahora la vida me daba un golpe a la realidad, y vaya que dolía.

 

Después de las respectivas pruebas para confirmarlo, sentí que mi mundo colapsaba. Había demasiados factores a considerar, yo tengo lupus y con lo que he estudiado sobre el tema, esta cuestión de los embarazos debe ser súper controlada; ya que los medicamentos son agresivos para el feto. Además mi médico estaba fuera de la ciudad y por si fuera poco…varios meses atrás mi novio había mostrado su falta de interés en mudarnos juntos.

 

La suma de todos esos factores no era muy alentadora, más por el lupus. Comencé a pensar que el bebé no tenía la culpa de que su madre no hubiera tomado en serio las cosas y que por eso él/ella nacieran con alguna complicación. Eso me aterrorizaba. Por otro lado no quería que mi novio sintiera que DEBÍA mudarse conmigo solamente por el bebé; ya que en algún momento me lo reprocharía.

 

No fue fácil, y lloré como hace mucho no lo hacía… pero tomé la decisión de no tenerlo. Sé que suena fácil y que muchos podrán juzgarme, pero créanme que ha sido de las decisiones más complicadas que he tomado en mi vida. He de confesar que aún no puedo pasar por “ese lugar” y no sentir una enorme tristeza y vacío en mi ser.

 

Ya han pasado más de 4 años, me encuentro en una etapa muy diferente de mi vida, más estable y madura. Mi marido y yo llevamos vidas tranquilas, con trabajos retadores y con muchos sueños…uno de ellos es el crecer la familia, ya hasta tenemos un cuarto en la casa, destinado a ser el cuarto del bebé.

 

Llevamos más de año y medio tratando de embarazarnos y no… no pega. Al principio pensé que era mala suerte, mi marido pensaba que era por estrés en el trabajo; pero ahora comienzo a sentir que la vida me está cobrando factura por lo que hice antes.

 

Mi esposo no sabía nada de lo que había pasado, y al no poder contener mi sentido de culpa y tristeza… le confesé uno de mis grandes secretos. No voy a decir que no le sorprendió, pero entendió el porqué de mi decisión, me abrazó y dijo algo que aún sigue retumbando en mi mente:

 

“Sé que para ti el karma es importante, tú eres la más increíble de las mujeres, una increíble compañera de aventuras, compasiva y amante de ayudar a los demás…estoy seguro de que tu karma es más que bueno”.

 

En unas semanas tenemos cita con un médico que nos recomendó una amiga, en verdad espero que pueda ayudarnos, pues… fuera de lo que puedan pensar…en verdad sueño con tener un bebé en mis brazos.

 

Mapi