¡Hola Ana! Mi historia comienza así… Tengo casi 4 años de casada y no he logrado embarazarme.

 

Mi proceso para lograr convertirme en madre no ha sido “tan largo”, pero sí doloroso, en este tiempo he pasado por muchas cosas pero sobre todo por una gran desilusión.

 

Comencé con pastillas que se supone me ayudarían a regular mi menstruación y ovulación; sin embargo, no obtuve una buena respuesta.

 

Poco después, cuando pensé que la suerte no estaba de mi lado… aunque hoy creo que eso no era del todo cierto, mi esposo y yo ganamos el 50% del costo de una inseminación artificial. ¡Éramos los más felices!

 

Y a pesar de ello… no todo era felicidad.

 

Seguimos al pie de la letra todos los pasos que nos recomendaron. Me hice una histerosalpingografía y, ¡gracias a Dios todo salió bien!, mis trompas eran permeables. Después mi esposo se realizó una prueba y salió un poco bajo de volumen de espermas, por lo que nos pidieron se realizara un examen de fragmentación de DNA, una técnica para conocer la calidad de los espermatozoides y saber si hay una posible afectación genética que pueda dañar al bebé. Afortunadamente, también todo estuvo bien.

 

Mientras tanto, yo seguía con medicamentos entre los cuales tenía que inyectarme hormonas. Pensé que ya estaba lista para que mis óvulos maduraran. Tenía toda mi fe en ello y anhelaba que mi sueño de ser mamá al fin se cumpliera. Pero eso no pasó…

 

Sentí que algo me habían arrebatado por dentro, yo quería salir corriendo y reclamarle a la vida, ¡¿por qué no sucedió?! Pero sabía que, aunque preguntara, la respuesta no iba a llegar. Me sentía tan culpable conmigo misma que incluso prácticamente le pedí el divorcio a mi esposo. Deseaba que él fuera feliz con alguien que si le pudiera dar hijos. Hoy agradezco su respuesta: “Yo quiero estar contigo siempre, con hijos o sin ellos”. ¡Entonces confirmé que si soy muy afortunada de tenerlo a mi lado!

 

Los días posteriores a esto, fueron muy difíciles, no dormía bien, me escondía para llorar, me culpaba todo el tiempo o me preguntaba, ¿qué pasó si seguimos todas las recomendaciones? Me tomé todos los medicamentos, gasté hasta el último peso de nuestros ahorros.

 

Hoy, me siento más tranquila pero aún pienso… ¿qué pudo haber pasado?

 

Por eso quiero compartir mi historia, pienso que quienes hemos pasado por lo mismo, somos capaces de entender a los demás y tener tal vez, las palabras correctas.

 

Pinto las paredes de mi casa y hago letreros con una frase a la que me aferro todos los días… “Te vamos a esperar una eternidad, si es el tiempo que necesitas para llegar”.

 

Betty