Con el pasar de los años me he topado con historias de todo tipo, unas que desgarran el corazón, otras que brindan esperanza para todos los demás. Pero si algo puedo decirles, es que el común denominador es una simple pregunta «¿cuándo es el momento de decir basta?».

Estuve pensando mucho en esto y justo recordé 4 historias. Todas extremadamente distintas, pero unidas por un mismo tema, ¡tener un bebé!, siendo está una de las decisiones más importantes que han tomado a lo largo de sus vidas.

 

La semana pasada, acompañé a una paciente a su transferencia embrionaria número 15, después de casi 10 años de estudios y tratamientos en diversas instituciones y para fines de identificarla, le daremos el ficticio nombre de Sarah. Ella pertenece a una familia de la Ciudad de México con una muy buena posición económica, así que el costo que pudieran tener los tratamientos no era considerado un problema.

 

El trabajo que hicimos en consulta estuvo enfocado a decidir si seguir o no con la transferencia número 15 (una decisión nada fácil). En su largo recorrido por la reproducción asistida, ella había pasado por inseminaciones, fertilizaciones In Vitro con sus propios óvulos, con ovodón y finalmente, con embriones donados; así como por diversas cirugías exploratorias en las que el diagnóstico siempre era el mismo: “infertilidad de causas desconocidas”.

 

A pesar de que Sarah es una mujer de expresión amable y cálida, no podía evitar quebrarse cada vez que aparecía la pregunta “¿me debo resignar a no ser madre? Mi anhelo desde niña era sentir mi vientre lleno de vida”. Su conclusión: el número 15 es un excelente número para redondear los intentos de ser madre gestante y pasar a lo que sigue, decidir entre adopción o gestación sustituta.

 

Cambiamos de página y encontramos a Carmen, una chica soltera que vive con sus abuelos y su madre. Ella se presentó a consulta hace tiempo, para saber el costo de una donación de embriones, pues quería convertirse en madre y no tenía pareja, y para agregarle más tensión a la ecuación… el factor edad ya estaba presente. Tuvo que ahorrar durante aproximadamente 3 años para hacerse una única transferencia en la que no quedó embarazada y por cuestiones económicas, es muy probable que éste fuera el único tratamiento que pudo realizarse. Durante sus terapias, estamos trabajando la decisión de poner todos sus esfuerzos en ahorrar para intentarlo nuevamente.

 

No muy lejos de esta realidad tenemos a Camila y Alejando. En su caso, el único factor aparente era la azoospermia causada por las paperas que él padeció en la adolescencia. Por lo cual optaron por una inseminación con semen de donante.

 

Si tomamos en cuenta la fobia de Camila a las inyecciones y agujas, cada inyección en la pancita fue todo un reto, aumentado a la “n” potencia por su sensibilidad al medicamento; la cual fue tan alta que tuvo una hiperestimulación ovárica, por la que la inseminación tuvo que suspenderse y sugerirse una fertilización In Vitro, pues le habían crecido casi 15 folículos, con lo que una inseminación tendría un alto riesgo de convertirse en un embarazo múltiple. Ella decidió no entrar a quirófano y olvidar por completo los tratamientos de reproducción asistida. Alejandro, por otro lado, sabía que no podía ser padre biológico y, como consecuencia de esta decisión, no iban a poder tener hijos mientras estuvieran juntos.

 

Finalmente, tenemos a Claudia, una chica empresaria independiente, divorciada, que no había podido embarazarse en el matrimonio y había sido diagnosticada con “menopausia prematura”. Comenzó un tratamiento para donación de embriones y a pesar de haber pagado su tratamiento, no ha logrado coordinar sus actividades laborales con un tratamiento de reproducción asistida, con lo que no está segura cuándo lo hará o si seguirá adelante con el plan.

 

Podrán darse cuenta que no les mentí, estos casos son muy diferentes pero en cada uno, la idea de seguir o no con los tratamientos de reproducción asistida se ha planteado, y seguramente es algo que les resulta familiar a muchos de quienes nos leen en este espacio.

 

Obviamente, el objetivo de toda persona que comienza un tratamiento de reproducción asistida es convertirse en padre o madre y muy difícilmente se comienza con un plan alternativo de lo que se hará, si no se logra un embarazo. Pero, como cualquier viaje que realizamos o cualquier objetivo que emprendemos, en los tratamientos de la medicina reproductiva es necesario tener un plan A,B,C, e incluso Z para poder llevarlos a cabo y evitar la frustración si no se ha logrado dicho embarazo.

 

Así que deberemos tener en cuenta 3 factores involucrados en la decisión de seguir o no en tratamientos reproductivos:

 

  • Económico: es fundamental tener en mente cuánto costará el tratamiento para tener un estimado del ahorro que debemos tener por si es necesario intentarlo más de una vez.

 

  • Físico: como en cualquier tratamiento médico, habrá molestias físicas, por lo que hay que tener en mente que puedes decir basta en cualquier momento.

 

  • Emocional: posiblemente el más importante. Es muy importante valorar la manera en la que un tratamiento de reproducción asistida está afectando tu vida cotidiana y de pareja, para separar lo que tiene que ver con el tratamiento y lo que no. Ayuda muchísimo tener apoyo terapéutico en esos momentos y de igual manera, es válido aceptar que es una carga que no se quiere llevar a cuestas.

Antes de decir ya basta con los tratamientos de reproducción asistida, hay que hacer un ejercicio personal en el que deberán responderse primero a solas y luego en pareja estas preguntas: ¿Estoy tranquila o tranquilo de dejar esto hasta aquí? ¿Es momento de “gestar” otro objetivo de pareja o personal diferente a la maternidad/paternidad? ¿Lo quiero dejar en pausa o es un cierre definitivo?

 

Si bien este es un ejercicio personal, debe llevarse a cabo en pareja. Ambos deben estar convencidos de lo que seguirá en este tema, así como ser muy sinceros y transparentes con el otro y poder trazar un plan en conjunto. Si es una pausa, pónganse tiempos para “revisar” juntos el tema de nuevo y si cambiaste de opinión, es fundamental la sinceridad, siempre se puede seguir adelante.

 

¿Tú o tu pareja han llegado a este punto? ¡Llámame: 53-41-95-27!

 

Gaby García.

Fundadora y Presidenta Pronanhi AC