El domingo con la final del Mundial escuché muchos “que mala suerte”, “si iban tan bien”, “la vida es TAN injusta”; y aunque sé que esas frases no estaban ni remotamente pensadas para mí…no podía evitar sentir rabia al ver que para el mundo, el resultado de un marcador era una injusticia, cundo para mí… el esperar con ansia a mi bebé, someterme a un sin fin de pruebas, gastar hasta el último centavo de mis ahorros en tratamientos de fertilidad, seguir al pie de la letra las instrucciones del doctor, para al final salir del hospital con los brazos vacíos y el corazón y el alma destrozados… esa… esa sí es una injusticia.

No me considero una persona amargada, o al menos hasta hace unos meses yo no era así. Es sólo que nunca pensé experimentar un dolor TAN grande, es como si un vacío se fuera apoderando de mí a cada segundo.

 

El médico que me atendió nos sugirió a Sergio y a mí asistir a un grupo de apoyo o incluso agendar cita con un psicólogo, pero cómo podía pedirnos hablar de esto con desconocidos, si entre nosotros apenas y queremos tocar el tema.

 

En el trabajo nos dieron unos días libres, no sé si es porque prefieren evadir nuestra triste presencia o porque en verdad piensan que el estar los dos solos en casa viéndonos la cara, va a aliviar ese dolor que nos corroe, creando un hueco que no sé si algo o alguien pueda sanar.

 

Buscando una salida a nuestra nueva rutina de vegetar en casa, decidimos asistir con el psicólogo recomendado por nuestro biólogo de la reproducción. No sabía qué esperar, ¿a caso sería como en las películas y nos pediría recostarnos en su diván? ¡Pfff, que cliché!

 

Ya en la oficina de Juan José, el psicólogo, nos dimos cuenta que no había diván, no había libros de Freud ni nada por el estilo. El ambiente incluso se sentía bastante cómodo e íntimo.

 

Comenzamos a platicar de cosas triviales y conforme fue avanzando la sesión… llegamos AL TEMA. Sergio y yo nos resistíamos a hablar de ello, pero Juan José llevó todo con mucha paciencia, y nos dijo algo que nos dejó sin aire: “el mundo de la infertilidad es uno con demasiados silencios”.

 

Esa fue la llave que abrió nuestros sentimientos, nuestros corazones. Lloramos como no lo habíamos hecho desde ESE día, lloramos tanto que nos terminamos la caja de kleenex que había en la mesa de centro.

 

Fue ahí cuando nos hicimos conscientes del nivel de depresión y tristeza que sentíamos, pues habíamos creado un mundo de expectativas ilusiones, sueños y complicidad alrededor del embarazo…y al final la vida nos arrebató todo, deteniendo nuestro mundo mientras el de los demás seguía girando.

 

Si bien no somos los primeros en sufrir una pérdida como esta, el tema del aborto sigue siendo tabú, más en nuestra sociedad y… pues eso complica el proceso de duelo, o al menos fue lo que nos explicó Juan José.

 

Al parecer tendremos más sesiones, para tratar de cerrar la herida, pero…aquí entre nos, confieso que jamás voy a olvidar; es más… no sé si quiero olvidar.

 

Maribel