Desde hace unos meses, mi amigo Miguel ha estado muy raro. Así como puede estar mega feliz y animoso y con ganas de comerse al mundo…puede cambiar en un segundo y ser el hombre más apático, ansioso, gruñón o incluso depresivo; es como tener 4 amigos en uno, jajaja (creo que eso ha de pensar de mí, OBVIO es muy rara la vez que eso pasa).

 

Ayer me pidió que fuéramos a comer y a pesar de que me ha cancelado las últimas 3 veces…somos amigos, y si él me pide pasar un tiempo juntos, siempre estaré a su lado.

 

Cuando llegué al restaurante, lo primero que salió de mi boca fue “¿y ese perro?”, cabe aclarar que mi amigo es súper fan de los animales, pero digamos que no le gustaban las responsabilidades que venían con tener uno en casa. Miguel me miró con ansiedad, acarició al perro y se sentó.

 

Yo comencé a contarle de mi semana, del trabajo, de todo; y él, aunque atento, lucía incómodo. Así que decidí tomar “el toro por los cuernos” y preguntarle qué pasaba.

 

Fue como abrir la llave del agua, pues en ese instante Miguel comenzó a soltar todo lo que traía dentro.

 

Me comentó que él y María, su esposa, llevaban meses intentando embarazarse. Después de haber hecho de todo sin cambio alguno, se atrevió a preguntarle a su esposa: “¿y si hay algo malo contigo, y es por eso que no podemos tener un bebé?”.

 

¡BUM! Fue como un golpe bajo para mí; debo confesar que mi primera reacción fue darle un puñetazo en el brazo, subir el tono de voz y decirle lo retrógrada, machista e insensible que era. Le expuse que aunque los hombres creen que la infertilidad es 100% femenina, ¡¡el 48% de los hombres son infértiles!!

 

Podía sentir mis cara arder y mis ojos desorbitarse, mientras mi amigo se iba sumiendo cada vez más en su silla.

Cuando por fin me calmé y Miguel vio que era “seguro” dirigirme nuevamente la palabra, aceptó que había hecho mal. Me dijo que no podía sacarse de la mente la cara de tristeza y desilusión de María y le dolía en el alma no poder volver el tiempo atrás y evitar lastimarla de ese modo.

 

Al final, mi amigo optó por hacer una de las cosas más difíciles…ofrecer una disculpa de corazón, además de proponerle a su esposa ir juntos con un especialista y descubrir qué era lo que estaba pasando.

 

En verdad espero que todo esté bien con Miguel y María; pues no me gustaría que tuvieran que vivir las altas y bajas que pasamos Carlos y yo.

 

Saben, en verdad creo que serían unos padres increíbles (a pesar de que Miguel meta la pata de vez en cuando, jajaja).

 

Ustedes, ¿han tenido que escuchar declaraciones como la de mi amigo? ¿Cómo hubieran reaccionado? Me encantaría saber si les parece que actué bien o lo habrían hecho diferente.

 

Ana