Ana, dudé mucho en escribirte, pero quiero desahogarme con mujeres que están pasando por la misma situación que yo.

Para ponerte en contexto, todo empezó hace 10 años cuando me detecté dos bultos en mi vientre bajo, yo estaba de viaje y llegando a Monterrey, fui de inmediato a revisarme. Me dijeron que tenía unos quistes de más de 10 cm de diámetro y que necesitaba una operación de urgencia porque estaban muy grandes y corría el riesgo de que me lastimaran los ovarios. Me operaron de emergencia y el diagnóstico fue endometriosis, una enfermedad que padecí toda mi vida (sin saberlo), en ese tiempo tenía 27 años. Recuerdo que salí de la cirugía y me dijeron que todo estaba bien, que podría embarazarme sin problema pero que tenía que estar en constantes revisiones y, ¡así lo hice!

 

Me realizaba chequeos cada 6 meses, hasta hace 3 años que decidí que quería ser mamá y, ahí fue cuando empezó la pesadilla… Fui a revisión y me dijeron que todo estaba normal, que había unos quistecitos, así en diminutivo, pero que eran muy pequeños, entonces no me afectarían.

 

Así que durante 6 meses intenté e intenté, sin conseguir mi objetivo y sabes qué, algo dentro de mí me decía que algo no estaba bien, así que fui con otra ginecóloga para que me revisara. Ella me mandó a hacer exámenes más específicos, y todos salían bien, solo con el antecedente de endometriosis, así estuve, con tratamientos, implantes, exámenes, para tratar que el embarazo fuera natural.

 

La realidad, es que la doctora desde el inicio nos sugirió hacernos un tratamiento in vitro (para ese entonces yo tenía ya 35 años). Entonces me aconsejó no perder tiempo, idea a la que me negué, por la esperanza de que todo fuera “normal”. Así seguimos buscando la causa y esperando la buena noticia que no llegó…

 

Una última ecografía en 4D reveló que tenía endometriosis… (Cosa que  ya sabía) y quistes pequeños en mis ovarios y que me tenía que hacer una operación para quitarlos. Así pasamos nuevamente por exámenes y tratamientos hasta la operación que me realicé en agosto del año pasado (ya estaba al final de mis 36 años).

 

En esa cirugía se dieron cuenta que tenía muchas adherencias causadas por mi endometriosis. En ese entonces ya estaba en nivel 4 (el más severo de los todos y el más alto). El diagnóstico fue que estaban muy dañadas las trompas y mis ovarios, lo que significaba que mi única posibilidad era el in vitro.

 

Así fue que llegué hasta un hospital con un departamento con especialidad en Biología de la Reproducción, llegué y expuse mi caso. Determinaron que efectivamente, lo único viable era un in vitro, pero al hacerme una revisión más, se dieron cuenta que tenía un líquido acumulado en las trompas de Falopio, líquido que llaman hidrosalpinx. ¿Qué significaba?

 

Que necesitaba otra operación más para ocluirme las trompas y evitar que ese líquido fuera tóxico para los embriones. Se me hizo una tercera operación en enero de este año y, en febrero fui a iniciar con todo el entusiasmo del mundo mi primer intento de in vitro. Empecé a inyectarme alrededor del ombligo durante 8 días, el día 9 me revisan y me dan la noticia de que no estoy produciendo óvulos suficientes como para poder extraerlos. Suspenden mi procedimiento…

 

Me dijeron que podía hacer otro intento de in vitro pero que fuera pensando en la donación de óvulos. De verdad, Ana, que no puedo explicarte todo lo que sentí ese día. Salí devastada porque mi sueño de ser mamá, lo empezaba a ver más y más lejos, lloré, grité, me enojé, renegué de todo el mundo. Y así dejé pasar 5 meses.

 

Traté de recaudar fuerzas y dinero para volverlo a intentar. El lunes 8 de julio, inicié nuevamente e iba por mi segundo intento de in vitro. Empecé a inyectarme y el lunes 15 de julio, me dieron la noticia que no estaba funcionando y que se tenía que suspender. Todo mi mundo nuevamente se derrumbó.

 

Durante todo este proceso, fueron pocas las veces que mi esposo me pudo acompañar, siempre fui yo la que le daba las noticias malas, esta última vez el me acompañó y salió al igual que yo bañado en llanto. El doctor nos explicó que había un programa de donación de óvulos, que era lo último que podrían ofrecerme (cosa con la que yo desde que me dieron esa opción me negué, no la quería y aún no la quiero).

 

Desde que nos ofrecieron esa alternativa, yo he de confesar que empecé a ver, más y más obstáculos. Le propuse a mi esposo separarnos, que se fuera e hiciera una familia con una mujer que funcione bien, a lo que él se negó.

 

Fue todo… al menos en lo médico y emocional. Este tiempo que pasó tuvimos miles de problemas derivados a todo este proceso. Está de más decirte que estoy en depresión total y con un coraje con el mundo, con el universo, con Dios, el destino, pero más conmigo misma, por no haber podido realizar algo, que en cualquier mujer es natural, menos en mí. He tenido que lidiar con esas tontas e insensibles preguntas de, ¿POR QUÉ NO TE HAS EMBARAZADO? Yo consumiéndome por dentro cada que me dicen eso y teniendo que aguantar que mi propia familia y esposo no entiendan mi sentir, que me juzguen y critiquen por no querer adoptar, ni aceptar la donación de óvulos.

 

He tenido que gritar y sabes, pienso que, por qué me tengo que conformar con la caridad de otra mujer, si yo no pude hacer mi trabajo. Por qué tengo que resignarme y aceptar la voluntad de Dios, del universo o de quien sea, si yo jamás he matado a nadie, siempre trate de hacer las cosas bien y cosas buenas, es un cuestionamiento constante del por qué me castigan así.

 

Yo siempre dije que iba a tener mis hijos e iba a adoptar un niño, pero si ahora me preguntas, ahora te digo que no. No soporto que me juzguen en este momento y me digan que soy hasta egoísta. Estoy muriendo del dolor, enojo, de la decepción, de la angustia, he sufrido ataques de ansiedad, insomnio, nervios por todo, mal humor, llanto incontrolable.

 

Hoy pienso que nadie podrá entenderme y no sé cómo vaya a salir de esto. Sé que necesito ayuda, porque hasta yo me desconozco de pensar tantas cosas feas, pero no lo puedo evitar…

 

Te agradezco mucho el espacio para desahogarme un poco. Tú sabes si públicas o no lo que te cuento. Deseo con todo mi corazón que tú si puedas lograrlo y cuentas con todo mi apoyo, de verdad esto es algo que no le deseo a nadie. Me despido de ti, deseándote lo mejor.

Lorena